martes, 28 de mayo de 2019

La Danza Contemporánea

Paralelamente a la revolución del Ballet surgieron las primeras manifestaciones de las danzas modernas. Como reacción a los estilizados movimientos del ballet y al progresivo emancipamiento de la mujer surgió una nueva forma de bailar que potenciaba la libre expresión. Una de las pioneras de este movimiento fué Isadora Duncan. A medida que la danza fué ganando terreno, fué rompiendo todas las reglas.
Desde los años 20 hasta nuestros dias nuevas libertades en el movimiento del cuerpo fueron los detonantes del cambio de las actitudes hacia el cuerpo. La música con influencias latinas, africanas y caribeñas inspiraron la proliferación de las salas de baile y de las danzas como la rumba, la samba, el tango ó el cha cha. El renacer del Harlem propició la aparicón de otras danzas como el lindy-hop.
 
La danza expresionista supuso una ruptura con el ballet clásico, buscando nuevas formas de expresión basadas en la libertad del gesto corporal, liberado de las ataduras de la métrica y el ritmo, donde cobra mayor relevancia la autoexpresión corporal y la relación con el espacio. Su principal teórico fue el coreógrafo Laban, quien creó un sistema que pretendía integrar cuerpo y alma, poniendo énfasis en la energía que emanan los cuerpos, y analizando el movimiento y su relación con el espacio. Este nuevo concepto quedaría plasmado con la bailarina Wigman. De forma independiente, la gran figura de principios de siglo fue Isadora Duncan, que introdujo una nueva forma de bailar, inspirada en ideales griegos, más abierta a la improvisación, a la espontaneidad.
 
Según la historia de la danza contemporánea, el ambiente de cambio social y cultural se nota en las artes por una tendencia hacia la experimentación y el radicalismo. A partir de este momento, los coreógrafos dejan de crear ‘escuelas’ o ‘estilos’, como habían hecho hasta entonces sus maestros ‘modernos’. Las influencias entre unos y otros son menos directas y más fragmentadas.
Entre los artistas que comienzan a reunirse con este nuevo espíritu (o que se unen al grupo en el tiempo) se encuentran Anna Halprin, Simone Forti, Yvonne Rainer, Judith Dunn, David Gordon, Trisha Brown, Steve Paxton, Deborah et Alex Hay, Elaine Summers, Lucinda Childs y Meredith Monk, entre otros.

 

La Danza en la Edad Media, Renacimiento, Barroco y Romanticismo


La actitud de la Iglesia Cristiana hacia la danza, a partir del S IV y durante toda la Edad Media fue ambivalente. Por un lado encontramos el rechazo de la danza como catalizadora de la permisividad sexual por líderes de la Iglesia como S. Agustín cuya influencia continuó durante toda la Edad Media. Por otro lado, antiguos Padres de la Iglesia intentaron incorporar las danzas propias de las tribus del norte, Celtas, Anglosajones, Galos en los cultos cristianos.
Las danzas de celebración estacional fueron a menudo incorporadas a las fiestas cristianas que coincidían con antiguos ritos de fin del Invierno y celebración de la fertilidad con la llegada de la Primavera. A principios del siglo IX Carlomagno prohibió la danza.
 
La danza continuó como parte de los ritos religiosos de los pueblos europeos aunque camuflados con nuevos nombres y nuevos propósitos. Durante esta época surgió una danza secreta llamada la danza de la muerte, propiciada por la prohibición de la iglesia y la aparición de la Peste Negra. Comenzó como respuesta a la Peste Negra que mató a mas de 50 millones de personas en 200 años. Esta danza se extendió desde Alemania a Italia en los siglos XIV y XV y ha sido descrita como una danza a base de saltos en la que se grita y convulsiona con furia para arrojar la enfermedad del cuerpo. En las cortes aristocráticas se dieron las «danzas bajas», llamadas así porque arrastraban los pies, de las que se tiene poca constancia. Fueron más importantes las danzas populares, de tipo folklórico siendo famosas las «danzas moriscas», que llegaron hasta Inglaterra.
 
 
El advenimiento del Renacimiento trajo una nueva actitud hacia el cuerpo, las artes y la danza. Las cortes de Italia y Francia se convirtieron en el centro de nuevos desarrollos en la danza gracias a los mecenazgos, a los maestros de la danza y a los músicos que crearon grandes danzas a escala social. Al mismo tiempo la danza se convirtió en objeto de estudios serios y un grupo de intelectuales autodenominados la Pléyade trabajaron para recuperar el teatro de los antiguos griegos, combinando la música, el sonido y la danza.
En la corte de Catalina de Medici, la esposa italiana de Enrique II, nacieron las primeras formas de Ballet. En 1581, Baltasar dirigió el primer ballet de corte, una danza idealizada que cuenta la historia de una leyenda mítica combinando textos hablados, montaje y vestuario elaborados y una estilizada danza de grupo. En 1661, la danza barroca fue autorizada por Luis XIV de Francia quien también estableció la primera Real Academia de Danza. En los siglos siguientes el ballet se convirtió en una disciplina artística reglada y fue adaptándose a los cambios políticos y estéticos de cada época.
Las danzas sociales de pareja como el Minuet y el Vals comenzaron a emerger como espectáculos dinámicos de mayor libertad y expresión. En el siglo XIX, la era del ballet romántico refleja el culto de la bailarina y la lucha entre el mundo terrenal y el mundo espiritual que trasciende la tierra, ejemplarizado en obras tales como Giselle (1841), Swan Lake (1895), y Cascanueces (1892).
 
 Al mismo tiempo, los poderes políticos de Europa colonizaron África, Asia y Polinesia donde prohibieron y persiguieron las danzas y los tambores por considerarlos bastos y sexuales. Esta incomprensión de la danza en otras culturas parece cambiar al final de la Primera Guerra Mundial y las danzas de origen africano y caribeño crean nuevas formas de danza en Europa y en América.
 
Durante el neoclasismo el ballet experimentó un gran desarrollo, sobre todo gracias al aporte teórico del coreógrafo Noverre y su balle d'action, que destacaba el sentimiento sobre la rigidez gestual del baile académico. Se buscó un mayor naturalismo y una mejor compenetración de música y drama, hecho perceptible en las obras del compositor Christoph Willybald Gluck, que eliminó muchos convencionalismos de la danza barroca. Otro coreógrafo relevante fue Viganò, que dio mayor vitalidad al «cuerpo de ballet», el conjunto que acompaña a los bailarines protagonistas, que cobró independencia respecto de estos.
 
La danza romántica recuperó el gusto por los bailes populares, las danzas folklóricas, muchas de las cuales sacó del olvido. Surgió el clásico vestuario de ballet. También introdujo el baile sobre las puntas de los pies, en el que destacaron Taglioni y Elssler. En bailes populares, continuó la moda del vals, y aparecieron la mazurca y la polca. Con el nacionalismo musical, el centro geográfico en cuanto a creación e innovación pasó de París a San Petersburgo,  donde el Ballet Imperial alcanzó cotas de gran brillantez, con un centro neurálgico en el Teatro Mariinski –y, posteriormente, en el Teatro Bolshói. La figura principal en la conformación del ballet ruso fue Petipa, que introdujo un tipo de coreografía narrativa donde es la propia danza la que cuenta la historia. Hizo ballets más largos, de hasta cinco actos, convirtiendo el ballet en un gran espectáculo, con deslumbrantes puestas en escena, destacando su colaboración con  Piotr Chaikovski en tres obras excepcionales: La bella durmiente (1889), El cascanueces  (1893) y El lago de los cisnes (1895). A nivel popular, el baile más famoso de la época fue el can can, mientras que en España surgieron la habanera y chotis. 

 
 
 

La Danza en la Antigüedad

Desde el Egipto de los Faraones hasta Dionisio, los legados escritos, mosaicos nos permiten conocer el mundo de la danza en las antiguas civilizaciones egipcia, griega y romana.
 
En el antiguo Egipto, las danzas ceremoniales fueron instituidas por los faraones. Estas danzas, representando la muerte y la reencarnación del dios Osiris se fueron haciendo cada vez mas complejas hasta el punto de que solo podían ser ejecutadas por profesionales cualificados.
 
Grecia fue el primer lugar donde la danza fue considerada un arte, teniendo una musa dedicada a ella: Terpsícore. Los primeros vestigios provienen de los cultos a Dionisio mientras que fue en las tragedias —principalmente las de Esquilo— donde se desarrolló como técnica, en los movimientos rítmicos del coro. En la Grecia antigua, la influencia de la danza egipcia fué propiciada por los filósofos que habían viajado a Egipto para ampliar sus conocimientos. El filósofo Platón, catalizador de estas influencias, fué un importante teórico y valedor de la danza griega. Los rituales de la danza de los Dioses y Diosas del Panteón Griego han sido reconocidos como los orígenes del teatro contemporáneo occidental.
Alrededor de Dionisio, el dios griego del vino y la embriaguez  grupos de mujeres llamadas ménades iban denoche a las montañas donde, bajo los efectos del vino, celebraban sus orgías con danzas extásicas. Estas danzas incluían música y mitos que eran representados por actores y bailarines entrenados. A finales de siglo V antes de Cristo estas danzas comenzaron a formar parte de la escena social y política de la antigua Grecia.
 
Como es considerado el inventor de las danzas con que los griegos y romanos adornaron sus banquetes. Primero fueron como unos intermedios de aquellas comidas que la alegría y la amistad ordenaban en las familias, pero el placer, la glotonería y el vino dieron después mayor extensión a este divertimento, degenerando de su primitivo origen. Se llamaba «baile de la inocencia» a una danza que se hacía en Lacedemonia por las doncellas de aquella ciudad enteramente desnudas delante del altar de Diana, con graciosas y modestas actitudes y con pasos lentos y graves.
 
 
La danza o baile astronómico inventado por los egipcios e imitado luego por los griegos se reducía a representar al son de tocatas armoniosas y por medio de pasos mesurados y figuras bien diseñadas el movimiento y curso de los astros.
 
Entre los romanos, la aceptación de la danza por parte de los poderes públicos fué decayendo. Hasta el 200 a.c. la danza formó parte de las procesiones romanas, festivales y celebraciones. Todos los pueblos, como hemos dicho, tuvieron sus bailes sagrados, que eran considerados como una parte del culto que debía tributarse a sus divinidades. Los galos, los españoles, los alemanes, los ingleses tenían sus danzas sagradas. En todas las religiones antiguas fueron los sacerdotes danzadores por estado.  Aunque estos bailes hayan sido sucesivamente desterrados de las ceremonias de la Iglesia, no obstante se conservan todavía en algunos pueblos católicos en honor de los misterios más augustos de esta religión. Sin embargo, a partir del 150 a.c. todas las escuelas romanas de baile cerraron sus puertas porque la nobleza romana consideró que la danza era una actividad sospechosa e incluso peligrosa.
De todos modos, la fuerza del movimiento no se detuvo y bajo el mandato del emperador Augusto ( 63 a.c. 14 d.c. ) surgió una forma de danza conocida actualmente como pantomima ó mímica en la que la comunicación se establece sin palabras, a través de estilizados gestos y movimientos y se convirtió en un lenguaje no verbal en la multicultural Roma. La cristianización del Imperio Romano introdujo una nueva era en la que el cuerpo, la sexualidad y la danza resultaron unidas y fueron objeto de controversia y conflictos.
 

La danza en prehistoria

En torno al año 4000 a.C., comienza a aparecer la técnica del baile. Algunos hombres comenzaron entonces a desarrollar los bailes religiosos, incorporando movimientos tales como el espagat, los bailes en pareja o los torneos. Gracias a la simetría de los bailes y a los nuevos enlaces coreográficos, el baile comienza a ser harmonioso. 


La existencia del baile remonta incluso a la prehistoria: encontramos, en algunas cuevas europeas, africanas o asiáticas, dibujos que representan a los primeros hombres practicando este arte. Uno de los ejemplos más conocidos es el del Hechicero Bailarín que se encuentra en la cueva de los Trois Fréres en Francia.

Gracias al minucioso trabajo de los arqueólogos contemporáneos, también se han podido encontrar tumbas adornadas con dibujos de bailarines en Egipto e incluso grabados similares en las rocas de Bhimetka, en India, ¡con más de 30 000 años! 

Probablemente los primeros instrumentos musicales fueron las palmas de las manos, y la voz. Sin embargo, la fabricación de instrumentos musicales es muy antigua, y la flauta más antigua encontrada data de hace 36 mil años. Así que es probable que la música y la danza hayan evolucionado juntas.

Pese a que no podemos conocer cómo bailaban las personas de esa época, se cree que una parte de estas danzas siguen subsistiendo en muchas culturas alrededor del mundo, donde el método de vida ha variado de forma mínima incluso a través de los milenios. Aquellas que han conservado un estilo de vida nómada parecen emular en muchos sentidos algunos rasgos ceremoniales unidos a las representaciones dancísticas de las pinturas rupestres. Por ejemplo, las representaciones ritualizadas de la cacería, así como las danzas grupales de índole social, generalmente ejecutadas para propiciar la abundancia y la fertilidad.
Un ejemplo de esta clase de representaciones puede ser encontrada con los itelmenos, un pueblo originalmente nómada de la península de Kamchatka, Rusia.


La danza forma parte de nosotros

Desde la prehistoria el ser humano tenía la necesidad de comunicarse con otros a través del lenguaje corporal. El baile servía como una manera de expresarse mediante ritmo, movimientos corporales y música, además los primeros humanos aun no han desarrollado un idioma elaborado y complejo que tendría la libertad de expresión y posibilidad de decir cualquiera cosa.

Los primeros movimientos de danza sirvieron igualmente para ritualizar acontecimientos importantes, como bodas, rituales frente a la muerte o casos especiales en la vida de ser humano prehistórico. En principio, el baile era un medio a través de cual los hombres subrayaron el valor de las ocasiones celebrando ceremonias de caza o guerra, o de diversa índole religiosa, donde la propia respiración  y los latidos del corazón eran bien entendidos por todos. 

Los orígenes de la danza se pierden en el tiempo, ya que en su vertiente ritual y social ha sido un acto de expresión inherente al ser humano, al igual que otras formas de comunicación. El baile y la danza han sido un acto de socialización en todas las culturas, realizado con múltiples vías de expresión. Por eso no podemos saber cuando exactamente nuestros antecedentes descubrieron la danza.